Viajes, libros y un objetivo
Durante su vida viajó mucho por Europa y el Mediterráneo para convencer a prohombres, reyes y papas de la necesidad de debatir (más que de combatir) con los no creyentes y así acercarlos a la fe cristiana. Recorrió casi todos los países que se conocían por aquel entonces, visitó diversas universidades europeas y, alguna que otra vez, desembarcó en las costas africanas con la intención de debatir con los teólogos musulmanes y poner a prueba su metodología. Entre 1287 y 1293 visitó Montpelier, París, Roma, Génova y, según algunas fuentes, también Perpiñán, Al-Ándalus, Ceuta y Egipto.
En el Liber contra Antichristum rebatió las tesis de aquellos que anunciaban el apocalipsis para el cambio de siglo. En 1311 su tarea intelectual y apostólica recibió la aprobación del concilio ecuménico celebrado en Viena del Delfinado (Francia). Sin embargo, y a pesar de tanto esfuerzo, los príncipes y los sabios cristianos acabaron decepcionándolo y llegó a sentirse muy solo, especialmente durante los últimos años de su vida. En realidad Llull se había propuesto un trabajo grandioso y probablemente imposible de conseguir: edificar una nueva base del saber humano según el Ars y difundirla por todo el mundo.
Se le atribuye la autoría de 265 libros que constituyen el verdadero testimonio del esfuerzo de un hombre sabio y entregado a la causa de Dios.